Pasaron 32 años del título Mundial en México 1986: la Copa de Oro que nunca vuelve

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El mejor jugador del mundo, un DT cuestionado y un equipo que entró a la Copa del Mundo por la ventana son algunas de la similitudes que conectan al plantel que brilló en México con el que se encuentra actualmente en Rusia.

 

Alemania, ese salvavidas de plomo que se mete en el camino de la Argentina de forma consecutiva hace tres Mundiales y ahoga los sueños de millones de argentinos dentro de las más profundas aguas, ya no está en esta Copa del Mundo.

 

Hace exactamente 32 años que nuestro país no le gana a los germanos en el máximo certamen de selecciones organizado por la FIFA y justamente la última sonrisa del conjunto albiceleste sobre los teutones llegó en la final de México 1986, el último Mundial que ganó el combinado Nacional.

 

 

Las similitudes que cruzan a ese equipo con el que se encuentra actualmente en Rusia invitan a soñar con que el desenlace en tierras aztecas se repita en la tierra de los zares.

 

Un plantel con el mejor futbolista del planeta en sus filas, un entrenador cuestionado y una eliminatoria con clasificación agónica son algunos de los puntos que solamente les restaría conectar la imagen de Lionel Messi, al igual que la de Diego Maradona, esa hermosa Copa Dorada que solamente pueden tocar a mano limpia los campeones.

 

Nery Pumpido, Luis Islas y Héctor Miguel Zelada, entre los arqueros; Oscar Ruggeri, José Luis Brown, Daniel Passarella, Néstor Clausen, José Luis Cuciuffo y Oscar Garré, como defensores; Sergio Batista, Ricardo Bochini, Claudio Borghi, Jorge Burruchaga, Diego Maradona, Héctor Enrique, Ricardo Giusti, Julio Olarticoechea, Carlos Tapia y Marcelo Trobbiani, como volantes; y Sergio Almirón, Jorge Valdano y Pedro Pasculli, como delanteros, fueron los 22 que eligió Carlos Salvador Bilardo para viajar a México y ganar el Mundial.

 

 

Durante 67 días se instalaron en el predio del América de México. Fueron los primeros en llegar, los últimos en irse y, aunque no llegaron a la Copa del Mundo con un fuerte respaldo ni con serias expectativas de conseguir el título, quedaron en la historia del fútbol argentino con la palabra “héroes”, un tatuaje que llevan en la piel y que cada cuatro años se profundiza más en la memoria de los argentinos ante cada Copa esquiva.