Una vez más, el kirchnerismo usa el Estado como bolsa de trabajo para sus amigos

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La titular del INADI, Victoria Donda, le ofreció un cargo a su empleada doméstica en la entidad que preside. Sus excusas son insólitas.

En medio del debate sobre la imposible presión impositiva y el rol del Estado, el kirchnerismo sigue utilizando las estructuras gubernamentales en provecho propio. Mientras que en el debate público los voceros oficiales argumentan la necesidad de un Estado grande, presente y activo, cada dependencia pública se utiliza, en el mejor de los casos (o en el menos malo) como una simple bolsa de trabajo para los amigos. Eso sí, la fiesta la pagan todos los contribuyentes.

La que quedó en el ojo de la tormenta al inicio de esta semana es Victoria Donda, la titular del Instituto Nacional contra la Discriminación, el Racismo y la Xenofobia. La dependencia estatal, teóricamente independiente del Poder Ejecutivo, es prácticamente una unidad básica kirchnerista. Durante las semanas de debate sobre la despenalización del aborto, el INADI estuvo todo decorado de verde, como si la causa en cuestión tuviera algo que ver con la discriminación. Tendríamos que ser todos los argentinos que estamos en contra del aborto los que deberíamos denunciar al INADI,  por usar fondos y dependencias estatales para “discriminar” nuestra posición.

El escándalo surgió porque trascendió que la funcionara al frente de la inútil entidad le ofreció un cargo a su empleada doméstica. Luego de unos audios que circularon en internet, Donda no pudo negar la acusación, pero se excusó de una manera penosa: aseguró que su mucama, a la que no le pagó los aportes por muchos años, no iba a poder seguir trabajando, por lo que sus ingresos iban a mermar en relación a lo que percibía hasta ahora. La exdiputada también argumentó que su empleada le dijo que tenía un familiar enfermo, por lo que quiso contribuir con la compleja situación económica.

“Ella tenía un hermano muy mal, internado, y me decía que no quería seguir trabajando. Entonces para que no se quede sin ningún tipo de sustento, le ofrecí inscribirla en algún plan y que preste servicio cerca de su casa, no en mi casa”, explicó sin mucho éxito Donda.

Evidentemente, ofrecerle recursos de su bolsillo (que también provienen de los contribuyentes argentinos) nunca fue una opción. La única solidaridad que el kirchnerismo conoce es la de otorgar arbitrariamente a sus amigos, socios y allegados recursos fiscales. Como dijo el economista libertario Javier Milei, en una de sus frases más profundas y académicas: “Con el culo ajeno somos todos putos”. La analogía poco ortodoxa explica perfectamente la forma en que el progresismo argentino entiende la caridad y la solidaridad que tanto pregona.

El abogado de la mujer que trabajó catorce años en la casa de la funcionaria K aseguró que durante los meses de la cuarentena su clienta no recibió el dinero correspondiente y que durante mucho tiempo la tuvo “en negro”.

“No se hace cargo de sus obligaciones como empleadora y quiere trasladarle ese costo al Estado Nacional por alguna de esas figuras que le ofreció”, resaltó el letrado a la prensa.

“No se hace cargo de sus obligaciones como empleadora y quiere trasladarle ese costo al Estado Nacional por alguna de esas figuras que le ofreció”, resaltó el letrado a la prensa.