Desde Mendoza llegó al Centro Aguará un ícono del cuidado de la fauna silvestre

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Ramón es un puestero y  junto con su hijo Matías encontraron un oso melero. La intervención de los dos lugareños fue clave para salvar al animal, por lo que se lo bautizó con el primer nombre de ambos. 

Matías Ramón, el ejemplar de oso melero adulto que fue rescatado en muy mal estado a comienzos de abril en un puesto de Santa Rosa, Mendoza, ya está viviendo su nueva vida en Corrientes. Llegó ayer al Centro de Conservación “Aguará”.

El oso melero ya se encuentra en un entorno y espacio más cercano al que suele ser su hábitat natural (es oriundo de esta zona), luego de haber llegado a Mendoza como parte del tráfico ilegal de fauna. Se cree que el oso habría  sido transportado en un camión, escondido, por lo que hay toda una investigación en curso que apunta a desbaratar el circuito.

“El Oso Melero rescatado por la Secretaría de Ambiente de Mendoza y derivado al Centro de Conservación Aguará en la provincia de Corrientes, llegó esta mañana en excelente estado. Ahora lo espera un entorno natural en más de 32 hectáreas junto a 120 animales de diversas especies”, anunció ayer vía Twitter el secretario de Ambiente de Mendoza, Humberto Mingorance.

El ejemplar había sido hallado desorientado, deshidratado y en avanzado estado de desnutrición por dos puesteros en Las Catitas, el 2 de abril. Luego de trasladarlo a la reserva de biósfera en Ñacuñán, intervino Ambiente por medio de Guardaparques, el departamento de Fauna Silvestre y personal del Ecoparque de Mendoza. Y, tras más de 20 días en el centro de rehabilitación de la Fundación Cullunche -y una marcada evolución-, partió hacia el centro de conservación el miércoles.

Hallazgo

Ramón es el puestero que encontró al oso melero junto a su hijo, Matías. Y fueron ellos quienes lo llevaron a la reserva de Ñacuñán, donde luego se dio aviso a Fauna y lo derivaron al centro de rescate de Cullunche, según el sitio Los Andes. La intervención de los dos lugareños fue clave para salvar al animal, por lo que se lo bautizó con el primer nombre de ambos.

Cerca del mediodía de ese domingo, la familia Argüello había salido a recorrer su campo del puesto “La Difunta”, al norte de Las Catitas. Era un recorrido de rutina, para revisar a sus animales y los alambrados; y fue en ese momento cuando les llamó la atención encontrar en la tierra huellas con forma de “V”, de un tamaño también llamativo. “Eran como de un bebé”, se dijeron a sí mismos Ramón y Matías Argüello.

Ya entrada la tarde, tras seguir recorriendo la zona, se encontraron con el insólito visitante: un ejemplar de oso melero, parado en un algarrobo y alimentándose de hormigas. Con un cinto lograron sujetarlo, lo trasladaron hacia la reserva de biósfera de Ñacuñán (también en Santa Rosa) y allí los Guardaparques dieron aviso a las autoridades de Fauna Silvestre. Y quedo alojado en el centro de recuperación de la Fundación Cullunche.

Operativo

Durante sus primeros días en Mendoza y tras ser rescatado, se adaptó el SUM de Cullunche para que sea el nuevo recinto del oso melero. Allí se mostró más activo y sin tanto estrés como el que tenía al principio. Comenzó a meterse en una caja con pasto para dormir -algo similar a su hábitat-, mientras que durante el día salía a comer y recorría todo.

Desde Tucumán, en tanto, el médico veterinario Pablo Aón -especializado en esta especie- estuvo en contacto permanente con la veterinaria Jennifer Ibarra y con las autoridades provinciales para seguir en todo momento la evolución y monitoreo de Matías Ramón.

El hábitat natural de los osos meleros son las selvas de montaña (yungas) y los paisajes selváticos, completamente ajenos y opuestos a los que predominan en la geografía mendocina. Por esto mismo, dentro del territorio argentino, el Norte y el Noreste son las áreas donde suelen habitar. Y ello fue clave para definir su nuevo destino.

Ya recuperado, Matías Ramón demostró estar en condiciones de ser trasladado de nuevo a un centro situado en su hábitat. Mientras estuvo en Mendoza y en rehabilitación, mantuvo una cuarentena estricta, que le permitió mantenerse totalmente asilvestrado. De hecho, cuando se analizó la materia fecal, se encontró que habían hormigas, lo que evidenciaba esa absoluta silvestría.

“Tiene un tamaño de adulto –desde el hocico a la cola mide cerca de 80 centímetros- y está un poco desnutrido. Pesa 5 kilos, cuando su peso medio para la edad debería ser entre un kilo y un kilo y medio más”, destacó la veterinaria Jennifer Ibarra durante los primeros días de asistencia. Además, contó que llegó con una lesión en su cola (le falta la punta), y que bien podría haber sido producida por una trampa o por otro animal.

Hace unos días, cuando se lo fue a buscar para comenzar a preparar el viaje, el oso melero ya pesaba 5,600 kilos. En total, subió medio kilo desde que llegó al centro de rehabilitación.

En su entorno, hábitat y vida natural, los osos meleros se alimentan de hormigas, termitas y sus respectivas larvas y huevos. También incluyen en su dieta insectos gregarios, por lo que es común verlos en panales de avispas y abejas, alimentándose de cera y miel. Por ello mismo reciben el nombre de osos meleros.

Mientras estuvo en cautiverio, se le dio –para reemplazar su dieta- leche y yogur deslactosados, además de miel, banana, alimento balanceado de gato y perro (de buena calidad) y manzana. Todo eso se procesaba y se hacía como una sopa, que es lo que se le sirvió.