Más de 400 mil peregrinos participaron de las celebraciones en Itatí

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Con la fe intacta, llevando agradecimientos y con la esperanza de que sus pedidos sean escuchados, las personas volvieron a convertir a la Peregrinación Juvenil del NEA, en un acto de religiosidad multitudinario. La intensa lluvia del sábado no frenó el caminar hacia la basílica de Itatí y muchos de los devotos ya fueron llegando el sábado por la noche.

En la mañana de ayer, se realizó la misa central que fue presidida por el arzobispo de Corrientes, José Adolfo Larregain. Habló sobre el ser peregrino. Para él, es quien abre los ojos y el corazón, “es no acostumbrarnos al sufrimiento ajeno, es animarnos a ser solidarios”.

“Implica mirar la realidad con fe, comprometerse con responsabilidad y actuar con acciones concretas de amor y justicia. Es aprender a ver el mundo como lo ve Cristo, con una mirada que no se queda en la oscuridad, sino que abre senderos hacia la luz”.

Otro momento central fue el traspaso de la imagen peregrina de María de Itatí de la diócesis de San Roque (Sáenz Peña) a la arquidiócesis de Corrientes. Para finalizar, la imagen de la Virgen recorrió todo el frente de la Basílica, acercándose a los fieles.

Pedir y agradecer

“Todos los años vengo a agradecer, pero ahora vine a pedir por un amigo que está hospitalizado, pedí fuerzas para él y para su familia. También vine por una amiga que se va a operar y por un tío que está muy enfermo. Siempre agradezco y pido por la familia y la salud”.

Por su parte, Hertmy Rojas expresó que “necesitaba entregarle a la Virgen mi mochila y agradecerle por todo lo que ella nos da”. Es la segunda vez que va, la primera fue hace seis años.

“Me sentí agarrada por la Virgen en el primer escalón de la escalinata de su casa. Es donde el cuerpo te avisa es acá, se corta el dolor de todas partes y la sensación es escuchar: ‘¡Llegaste, hija!’”, relató Hertmy.

“Soy de la sociedad de peregrinos Virgen del Rosario, que ya vinimos el 5 de septiembre. Había promesas que pagar y mucho que agradecer. Fue una experiencia única y muy especial porque nos tocó un diluvio que no paraba, pero que a la vez nos emocionaba, y nos daba como ese empujón al llegar”, contó Griselda Ramírez.

Con un grupo de amigas, llegaron a las 5.30 de ayer, “ya queriendo cada dolor porque sabíamos que lo entregábamos a María de Itatí. Todo fue por ella, por mamita”.

El peregrinar es una tradición religiosa para muchas familias correntinas y, así como sostuvo monseñor, es un hacer comunión con el otro. “Tengo una familia devota de la Virgen, de niño iba con mis abuelos, ellos empezaron a llevarme. Era pequeño y hacía unos pocos kilómetros a pie, pero fue así cómo me mostraron lo que era peregrinar. Luego, seguí con mis amigos del barrio, del secundario, de la facultad y ahora con compañeros del trabajo. Hoy, esto me recuerda a los momentos compartidos con mis abuelos”, contó Lucas.

Para Griselda, esto “acarrea un folclore hermoso de momentos de dolor, frustración y a la vez felicidad.

Pero, sobre todo, se ve la solidaridad de tanta gente dándote una mano en el camino”. 

“Después de atravesar el atajo con mucho barro y cansadas, pensamos en abandonar, pero vimos la cúpula de la basílica por primera vez y nos pusimos a llorar. Ahí estaba ella -la Virgen- y fue como una luz en medio de la oscuridad que nos dijo: ‘Acá estoy, hijas mías, un poquito más’”, recordó. “Lo más lindo de peregrinar es saber que lo hacés con un objetivo, por un pedido y también agradeciendo la vida misma y la de la familia. También saber que contás con la comunidad que te apoya y buenos compañeros en el andar, que te animan a seguir. Durante toda la peregrinación uno se siente acompañado y animado no solo por su comunidad sino por todas las demás comunidades que te van animando y diciendo: vamos, vos podés;  vamos, que mamá de Itatí te espera. Eso te da fuerza suficiente para llegar”, contó Belén Silva, que peregrinó con la comunidad salesiana. “Te olvidás del tiempo, entendés adónde vas y a qué vas, es un viaje inigualable donde solo te enfocás en la visita a nuestra Madre. Cantando, hablando, rezando, pensando ya en volver”