La teoría China para lavarse las manos sobre el Covid

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El régimen de Xi Jinping evita asumir responsabilidad sobre el origen del virus. Ahora sugiere que nació en un laboratorio en Maryland, EEUU. Antes había dicho que llegó a China a través de comida congelada

Crear teorías conspirativas sobre el origen del COVID-19 parecen ser una práctica común del gobierno chino. La realidad es que el régimen de ese país busca zafarse de los señalamientos por la negligencia en el manejo inicial del virus.

Ahora también ponen en duda la efectividad de las vacunas creadas en occidente, como la de Pfizer y BioNTech. Y tal como lo hacen con otros temas, el primer objetivo es cultivar esas teorías entre sus propios ciudadanos, amparados en el «sentimiento antiestadounidense».

Como muchos otros gobiernos de corte comunista, el régimen de Xi Jinping recurre a los medios de comunicación estatales y las redes sociales —controladas por ellos— para difundir mensajes a su favor. Emplearon la etiqueta American’s Ft. Detrick para referirse a una laboratorio de armas biológicas en Maryland, Estados Unidos, donde supuestamente nació el COVID-19. El mensaje fue visto al menos 1400 millones de veces la semana según Associated Press.

Las palabras de la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Hua Chunying, convirtieron el tema en uno de los más populares en el Twitter de China, Sina Weibo, agrega el medio.

Pero las teorías no son algo nuevo. En diciembre pasado el régimen dijo que el virus no se originó en ese país, sino que había llegado a China a través de alimentos congelados desde países de occidente como Brasil y Canadá.

El medio comunista Global Times aseguraba que el virus llegó a China a través estas importaciones. En la nota se mencionaba a Argentina, Ecuador, Estados Unidos, entre otros. Incluso responsabilizaba a Italia al indicar que el virus circulaba en ese país desde septiembre de 2019.

Yuan Zeng, experto en medios chinos de la Universidad de Leeds en Gran Bretaña, declaró a AP que las historias del gobierno se difundieron tan ampliamente que incluso amigos chinos le preguntaron a él si podrían ser ciertas.

Y no es para menos. En ese país usaron un evento en Noruega para argumentar supuestas fallas en la vacuna de Pfizer y BioNTech. Al menos 23 adultos mayores murieron luego de recibir la vacuna, pero el hecho fue examinado por la Agencia Noruega de Medicamentos y no halló vínculos entre la dosis y las muertes.

Para contextualizar, Isaac Bogoch, un especialista en enfermedades infecciosas con base en el Hospital General de Toronto informó que se han administrado más de 40 millones de dosis en todo el mundo y no han habido señales similares, mientras que unos 400 personas mueren cada semana en los ancianatos noruegos, reseñó Global News. «Tenemos que mirar la experiencia global colectiva», mencionó Bogoch. Las cifras y probabilidades están sobre la mesa.

Volviendo a China, usaron el suceso para desaconsejar su uso. En el diario comunista, Global Times, recurrieron a expertos de ese país para crear esta teoría.

Casualmente, las dudas sobre la vacuna comenzaron a su difundidas por el gobierno chino luego que desde Brasil revelaran la verdadera efectividad de CoronaVac, vacuna desarrollada por el laboratorio chino Sinovac. No era del 78 % como afirmaba la empresa, sino de apenas 50,38 % luego de estudios realizados en el país sudamericano.

«Es muy vergonzoso» para el gobierno, declaró a AP Fang Shimin, escritor residente en Estados Unidos quien expone títulos falsos y otros fraudes en la ciencia china.

La OMS ya está en China

China buscaba evitar este momento, en el que expertos de la Organización Mundial de la Salud llegan a China para examinar el mercado de Wuhan.

El grupo de expertos ya cumplió la cuarentena luego de que 15 miembros dieran positivo al test. El acontecimiento pinta grave para Xi Jinping, por su lentitud ante el nacimiento del virus. Acalló a los expertos que advirtieron sobre el hecho y desestimó la gravedad del COVID-19.

La visita del equipo no solo pudiera arrojar soluciones, sino que podría reforzar lo que ya se sabe. «El Partido Comunista ve la investigación de la OMS como un riesgo político porque centra la atención en la respuesta de China», dijo Jacob Wallis a AP, analista senior del Instituto Australiano de Política Estratégica.

Por eso China estaría recurriendo a sus medios y redes sociales. Distraerlos y cambiar la línea narrativa sobre el responsable de la expansión de COVID-19, añade el experto.

Tampoco hay que olvidar que entre la OMS y China hubo un complot cuando el organismo de salud cedió ante el régimen comunista para no ahondar en el origen del virus. No cuestionarían la respuesta inicial de China y tampoco visitarían el mercado de animales vivos en la ciudad de Wuhan, información revelada por The New York Times.

Para completar el listado, la OMS reconoció recientemente que ambas partes no actuaron la suficientemente rápido. El virus fue detectado por primera vez a finales de 2019 en la ciudad china de Wuhan. La organización minimizó el virus hasta marzo de 2020, cuando finalmente aceptó que se trataba de una pandemia.

Ahora los ojos del mundo están puestos en esa nueva comitiva de expertos, que con o sin medios de comunicación chinos están obligados a investigar lo suficiente, difundiendo los hallazgos que podrían derrumbar o no los nuevas teorías de Xi Jinping.

P.P.